viernes, 9 de mayo de 2014

El sainete de Juan Ignacio González del Castillo

El payo de la carta

Antes de adentrarnos en los autores del siglo XX y XI, vamos a comentar un sainete (como podéis leer en el título de la entrada) del autor gaditano, Juan Ignacio González del Castillo, y se trata de El payo de la carta.

¿Y qué es un sainete? os preguntaréis... Pues es una pieza teatral en un acto, de carácter jocoso, que se representaba en el intermedio o al final de una función durante los siglos XVIII y XIX.

Atiborró al Teatro Principal de Cádiz de sainetes, donde trabajaba de apuntador. Dirigió el majismo andaluz, proveniente de la literatura de cordel o el folclore, a los tablados, y por eso se le consideraba un adelantado del costumbrismo romántico. Sin embargo, se trata de un costumbrismo inmovilista preñado de crítica ilustrada y liberal, con un lenguaje repleto de prevariaciones idiomáticas por parte de los payos, gestos y movimientos de los actores, tonos, degradaciones metafóricas y metonimias, comparaciones, hipérboles e ironías. Tampoco faltaban los bailes o la música y canciones (como coplillas, tonadas, seguidillas...).

El payo de la carta se configuraría como un sainete burlesco de tipo rural y tradicional. Aparece una oposición clara de primera mano: el mundo de la nobleza o burguesía frente al mundo más popular.

No se especifica nada en las referencias y escenografías (románticas), la escenografía tiene mucho que ver con lo pintoresco y costumbrista mientras que en este caso encontramos una mímesis abstracta y esquemática de carácter fantástico.

Aquí tenéis el enlace para leer la obra: El payo de la carta.

Estamos ante una obra metateatral, el sainete se queda en las puertas. Lo que hace es conectar con la obra que hace hasta ese momento.

Hay unos defensores de la obra del teatro español. Un intento de reivindicar toda la obra de los Siglos De Oro, Lope y Calderón, de la tradición española frente a la tradición francesa o de la ópera italiana, los mismos actores se quejan de que no tienen de que comer e intentan obligar al rey a que prohíba la representación de obras extranjeras o que lleguen nuevas compañías de comedia italiana.

Pieza clave: la música, porque frente a la música francesa y los bailes como el minueto y demás, hay un intento de defender la música española. Hay una reivindicacion de lo nacional y al mismo tiempo, una manera de enganchar al público. En esta época LA CARAMBA, LA TIRANA eran tonadilleras (actrices que han tenido éxito por las tonadillas, que eran canciones, a veces bailables que siempre se ejecutaban con aires picarescos que son muy del gusto popular) de estas tonadillas. El mundo de lo andaluz y de lo gitano empieza a reivindicarse ya en este tipo de composiciones. Las majas de Goya donde encontramos a personas como la duquesa que se viste de maja (moza del pueblo) los aristócratas copiaban las vestimentas francesas, pero hay una reivindicación popular a través del majismo los chavales vestidos de toreros y las chavalas con mantillas. A veces se habla de aplebeyamiento.

Otro espacio que servía para socializar eran las cafeterías. Allí se formaban muchísimas relaciones amistosas.



Uno de los elementos más significativos de esta obra sería el mal uso del lenguaje (una forma de caracterizar a estos personajes rústicos). Esa falta de conocimiento del idioma los pone en desventaja y en una relación de inferioridad de fuerza y de poder con respecto al resto.

Los personajes son personajes populares, se diferencian en este caso de que no hay muchos personajes elevados, LA GRACIOSA y LA CUARTA de la compañía. No hay realmente un enfrentamiento social muy claro entre uno y otro, el enfrentamiento más bien es de carácter cultural. La sociedad esta acostumbrada a convivir con unas pautas que establece la ciudad y los personajes vienen de campo y con otros intereses que se fundamentan con el sostenimiento de la vida diaria. La representación esta justificada por la celebración de una fiesta. Como no hay costumbre de representar pues se acude a BARTOLO, que lo envían a la ciudad a instruirse. Esa ignorancia es lo que facilita la comicidad de esos entremeses.

En la forma de expresarse que tiene el personaje de BARTOLO observamos cierto parecido a algunos monólogos de SANCHO en El Quijote. Sobre todo cuando habla del campo.

Para terminar, cabe decir que este tipo de sainetes o bien terminan a palos o termina el ALGUACIL estableciendo orden. El sainete como el entremés, provoca una alteración del orden que se sigue en la comedia o el drama, que proponen un sistema de vida o estructuración social jerárquica que el sainete descompone. Vuelve a recomponerse ese sistema social que se había descompuesto por el sainete. Se favorece la distensión que el espectador ha visto hasta ese momento cómico.



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