Las dos próximas entradas estarán dedicadas a la obra de Laila Ripoll, sí, en efecto, nos referimos a Los niños perdidos, la cuál, ella misma escribió y dirigió, además de estrenarla en 2005 en Madrid. Con esta obra pretendía honrar, de alguna manera, a la memoria de tantos miles de huérfanos republicanos que cuando estalló la Guerra Civil (1936-1939) fueron ingresados en los hogares de la Obra Nacional de Auxilio Social[1].
Y es que Laila Ripoll, como dijo en una entrevista concedida por José Henríquez, «le debía esta historia a su gente, a sus abuelos y a tanta gente que se quedó en el camino». ¿Pero qué cuenta realmente esta historia? Pues en resumidas cuentas, se trata de la historia de cuatro niños huérfanos: Lázaro, Marqués, Cucachica y Tuso que parecen estar refugiados en un orfanato abandonado de la mano de Dios y que sufren los malos tratos (tanto físicos como psicológicos) de una monja ciega llamada Sor. Esta monja se revelará durante la representación que se trata de Tuso, que se hacía pasar por ella, y esto, el origen y el final de estos niños se irá revelando a través de un fenómeno de catarsis colectiva que no os dejará indiferentes. Estos niños arrastran consigo mucha historia, historia que Ripoll ansiaba por contar, pues a ello se ha dedicado la mayor parte de su obra: a salvaguardar la memoria de todos aquellos que sufrieron en sus propias carnes las durísimas represalias del franquismo, la Guerra Civil y la consecuente posguerra; y denunciar así toda la violencia que se ejerció sobre las criaturas más inocentes y frágiles del mundo: los niños.
Bien, después de esta breve introducción, abrimos las páginas del libro[2], y tras una rápida lectura descubrimos a Lázaro, orinando por una ventana del desván, al Marqués y al más joven de los niños: Cucachica. Los tres niños parecen estar escondiéndose de una cruel monja ciega que viene de vez en cuando con comida (durante el conflicto bélico, el hambre se extendió más allá de la península incluso). La monja estaba cabreada porque los niños se escondían de ella, debido a que esta ya los había maltratado en alguna que otra ocasión y tenían miedo. Entonces inicia un monólogo en el que pone de manifiesto su rechazo hacia las familias de estos niños, sin tener ellos culpa de nada, haciendo referencia también a la Sección Femenina liderada por Pilar Primo de Rivera y las órdenes religiosas que se encargaban de educar a los hijos de los republicanos que habían sido encarcelados o asesinados:
Sor. (...) Sois la hez de este mundo y del otro. Piojosos. ¡Judíos! Habéis heredado de vuestros progenitores los siete pecados capitales. Y en las llamas del infierno os habéis de condenar. (...) Mejor hubiera sido haber acabado con vosotros igual que con vuestros padres. (...) Bendito, bendito tracoma, porque ahora tengo dos padres y dos madres: Dios y la Santísima Vírgen y el Caudillo y Pilar Primo de Rivera. (...) Pedí a la superiora que me ayudara y escribí una carta penal para la señora que me había parido: «Señora: déjeme usted en paz. Ahora sé que mi padre era un criminal y bien fusilado está. Aquí me han abierto los ojos y no quiero saber nada más de su familia de asesinos. Voy a tomar los hábitos. Mari Carmen ha muerto, ahora soy sor Resurrección del Señor. Le ruego que se olvide de que alguna vez tuvo usted una hija.»
Después de leer esto, no pude evitar acordarme del famoso caso de los niños robados, y de una de las más crueles y despiadadas de sus protagonistas: sor María Gómez Valbuena, la cual ya falleció a principios del año pasado. Durante la Guerra Civil Española fueron robados muchos niños. Eran los hijos de Republicanos (enemigos de Franco), que habían sido asesinados o encarcelados durante la represión. Se estima que la cifra de todos estos "niños perdidos" se encuentra entre los 30.000 y 300.000 niños.
También descubrimos con esta lectura el pasado de tantas mujeres que se movilizaban en contra de Franco o que sencillamente eran las mujeres de algún militante encarcelado por resistirse a la dictadura. Y Sor parece que se afilió a la Sección Femenina que lideraba Pilar Primo de Rivera con la intención de transmitir los valores falangistas y por eso este pequeño discurso de la monja hacia su madre.
Muchos de estos niños de los que venimos hablando murieron o fueron robados, pero también fueron llevados a hospicio de Auxilio Social después de que la madre fuera fusilada. Separaban a los niños de sus padres y los trataban psicológicamente para que no pensasen como ellos, para suprimir en ellos cualquier idea republicana, erradicar el "republicanismo" (considerado como una enfermedad durante el franquismo). Lavaban el cerebro de estos pobres críos haciéndoles creer que la hispanidad era una raza superior.
Propaganda de la Sección Femenina de la FET y de las JONS. |
Muchos de estos niños fueron trasladados y retenidos en Francia, Rusia y otros países durante la dictadura. Eran alejados de los otros niños en las instituciones estatales. Y sufrieron maltrato físico y psicológico por el mero hecho de ser hijos de republicanos:
Lázaro. Además, luego te toca hacer de la señora inspectora de la Sección Femenina, que no es mala.
Tuso. No, qué va.
Lázaro. No es muy mala, cuando vino nos dieron postre y un juguete.Tuso. Sí, pero cuando se fue nos lo quitaron y nos mataron de hambre una semana.Cuca. Y a mí me dieron una paliza (...) y me encerraron aquí otra vez por haberme hecho pis.
Vemos en este fragmento la crueldad de las monjas y a las vejaciones a las que eran llevados estos pobres niños, en cuanto los dejaban sin vigilancia.
Después de una acotación, descubriremos que la monja no era otro que Tuso disfrazado y haciéndose pasar por ella. Es como si los niños, faltos totalmente de afecto, desamparados y tristemente olvidados en aquel lugar, tuvieran que jugar y/o revivir las atrocidades que vivieron.
Después de una acotación, descubriremos que la monja no era otro que Tuso disfrazado y haciéndose pasar por ella. Es como si los niños, faltos totalmente de afecto, desamparados y tristemente olvidados en aquel lugar, tuvieran que jugar y/o revivir las atrocidades que vivieron.
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[1] Más sobre el Auxilio Social y la educación de los pobres en este artículo: http://www.forodeeducacion.com/numero10/011.pdf[2] RIPOLL, Laila. Los niños perdidos. Intro. de Francisca Vilches de Frutos. Oviedo: KRK ediciones, 2010.
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